Divide ingresos semanales cobrados entre horas efectivas de trabajo profundo, excluyendo administración y navegación dispersa. Si el valor baja, revisa precios, empaquetado o selección de clientes. Un aumento constante indica mejores acuerdos y foco; una caída sostenida señala dilución de esfuerzo o sobrecarga operativa. Este KPI vuelve visibles decisiones diarias que a veces escondemos bajo ocupación aparente.
Mide propuestas enviadas frente a aceptadas en la última ventana móvil de cuatro semanas. Si la tasa es baja, investiga claridad de alcance, diferenciadores y tiempos de respuesta. Prueba propuestas narrativas, opciones de inversión y testimonios específicos. Pequeñas mejoras multiplican ingresos sin más leads. Además, esta tasa revela si tu posicionamiento está resonando con problemas urgentes del cliente.
Apunta a un rango de utilización efectivo entre 60% y 75% para sostener calidad y marketing. Por debajo, quizás falte demanda o disciplina de ejecución; por encima, el riesgo de retrasos y agotamiento crece. Registra horas por categoría: captación, entrega, aprendizaje y administración. Ajusta precios y plazos según tu mezcla real, no la deseada, para sostener márgenes y bienestar.